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Foto: Latin American Post |
Belo Horizonte. Junio de 2019. Copa América. La Selección Argentina se
preparaba para enfrentar a Brasil por las semifinales del torneo continental,
tras haber eliminado a Venezuela en cuartos. El jugador argentino más joven del
plantel –Juan Foyth- declaró que para investigar a sus rivales utilizaba una app del smartphone que le reportaba información
de los delanteros que debía marcar. El veredicto de muchos sería que “la tecnología está al servicio del hombre”.
¿O es al revés?
Estados Unidos. Enero de 1964. El profesor de literatura Marshall
McLuhan (1911-1980) revelaba al mundo una de sus teorías más influyentes bajo
la polémica frase “el medio es el mensaje”. El
filósofo canadiense abría así uno de los debates más apasionantes del siglo XX
al considerar que –entre otros conceptos- los medios (de comunicación) alteran
nuestras conductas. Es decir que las invenciones tecnológicas actúan como “extensiones” del cuerpo y, en
consecuencia, impactan en el desarrollo humano. Desde el lenguaje, pasando por
el alfabeto, hasta los equipos electrónicos de hoy, el mensaje que nos brindan
las herramientas no es el contenido,
sino la herramienta misma. En definitiva, la relación que entablamos con ella.
Hace 40 años, el doctor Carlos Bilardo emergía desde su amado Estudiantes
de La Plata para separar a la opinión pública futbolística en dos. La
implementación de videos para analizar a sus contrincantes fue toda una
revolución. El título conseguido en el torneo Metropolitano de 1982 y sus
particulares conocimientos tácticos
reforzados en soporte de imágenes, lo llevaron a conducir la Selección
Argentina. Con la mejor versión de Diego Maradona, la “albiceleste” se coronó
en el Mundial de México ’86 y fue subcampeona en 1990. Si bien Bilardo importó
metodologías desde otros deportes, la grieta que había zanjado hace cuatro
décadas –cual Sócrates con la escritura en la antigüedad-
sirvió para discutir ideas y madurar nuevas posturas frente a la aplicación de
los modernos sistemas de grabación televisiva en el fútbol. Llevado a otro
terreno, como McLuhan en la década del 60’…
Los discípulos de McLuhan, como Neil Postman –creador de la cátedra ‘Ecología
de los Medios’ en los 70’- nos ayudaron a interpretar cómo los grandes descubrimientos
científicos influyeron directamente en nuestra cultura, examinando la relación
“ambiental” entre el hombre y aquellas herramientas. Primero fue el lenguaje,
después el hallazgo del alfabeto y -más tarde-, con la invención de la imprenta
de Gutemberg, hemos ido evolucionando hasta convertirnos en seres ampliamente
sensatos. Los libros nos regalaron la lectura profunda y, como consecuencia, cambiamos
la forma de escribir y de pensar. La humanidad progresó, la ciencia floreció y
las naciones despidieron a un planeta que se había aferrado al feudalismo.
También el calendario, la brújula y el reloj contribuyeron para transportarnos
hacia una era industrial imparable, donde modificamos el comportamiento
y nos convertimos en engranajes autómatas y reflexivos. Finalmente, la electricidad aceleró todo. Desde el telégrafo conquistamos la radio y
luego la TV, pasando de la silenciosa sala de lectura al agitado living
comedor. El tiempo se jerarquizó, las horas se encogieron a fracciones de
segundos y la instantaneidad adoptó el carácter de nuestro accionar cotidiano.
De pronto, ya no dependimos de una mesa o de un escritorio para manejar la
computadora o navegar en Internet, y la necesidad de tener todo al
alcance de la mano se hizo realidad con los teléfonos celulares inteligentes.
Antes de Bilardo, los entrenadores de fútbol utilizaban el pizarrón y
cientos de hojas escritas para darles a conocer a sus jugadores las estrategias
a emplear en un partido de fútbol. Además, tenían colaboradores que miraban el
desempeño de otros equipos para descubrir falencias y virtudes que les fueran
útiles en un próximo duelo. En los últimos años, la preparación se perfeccionó
y los DVD empujaron a los videos al cadalso. Ahora, las imágenes en tres
dimensiones, los programas específicos de estadísticas deportivas y las
plataformas de datos coronan el nuevo racimo de dispositivos digitales para el
alto rendimiento.
Aunque los entrenadores aún garabatean pizarras y diagraman croquis a
mano, los nuevos implementos técnicos desplazan silenciosamente a
aquellos y nos están obligando a adecuarnos a sus “mensajes” o -como diría Postman- a
sus “metáforas”. Precisamente, McLuhan y Postman estarían de acuerdo en
algo: sería prácticamente imposible liberarnos de las tecnologías que nos
rodean.
Ayer fueron los
videos de Bilardo. Hoy, el smartphone de Foyth.
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