miércoles, 3 de julio de 2019

El fútbol que McLuhan predijo

Foto: Latin American Post
La verdadera razón por la que el jugador argentino Juan Foyth utilizó una aplicación del celular para estudiar a sus rivales es mucho más compleja que el simple “click” en la pantalla. El uso de los medios ha delineado la historia de la humanidad con conductas –individuales y colectivas- que nos han convertido en seres dependientes de sus “mensajes”.

Belo Horizonte. Junio de 2019. Copa América. La Selección Argentina se preparaba para enfrentar a Brasil por las semifinales del torneo continental, tras haber eliminado a Venezuela en cuartos. El jugador argentino más joven del plantel –Juan Foyth- declaró que para investigar a sus rivales utilizaba una app del smartphone que le reportaba información de los delanteros que debía marcar. El veredicto de muchos sería que “la tecnología está al servicio del hombre”. ¿O es al revés?

Estados Unidos. Enero de 1964. El profesor de literatura Marshall McLuhan (1911-1980) revelaba al mundo una de sus teorías más influyentes bajo la polémica frase “el medio es el mensaje. El filósofo canadiense abría así uno de los debates más apasionantes del siglo XX al considerar que –entre otros conceptos- los medios (de comunicación) alteran nuestras conductas. Es decir que las invenciones tecnológicas actúan como “extensiones” del cuerpo y, en consecuencia, impactan en el desarrollo humano. Desde el lenguaje, pasando por el alfabeto, hasta los equipos electrónicos de hoy, el mensaje que nos brindan las herramientas no es el contenido, sino la herramienta misma. En definitiva, la relación que entablamos con ella.

Hace 40 años, el doctor Carlos Bilardo emergía desde su amado Estudiantes de La Plata para separar a la opinión pública futbolística en dos. La implementación de videos para analizar a sus contrincantes fue toda una revolución. El título conseguido en el torneo Metropolitano de 1982 y sus particulares conocimientos tácticos reforzados en soporte de imágenes, lo llevaron a conducir la Selección Argentina. Con la mejor versión de Diego Maradona, la “albiceleste” se coronó en el Mundial de México ’86 y fue subcampeona en 1990. Si bien Bilardo importó metodologías desde otros deportes, la grieta que había zanjado hace cuatro décadas –cual Sócrates con la escritura en la antigüedad- sirvió para discutir ideas y madurar nuevas posturas frente a la aplicación de los modernos sistemas de grabación televisiva en el fútbol. Llevado a otro terreno, como McLuhan en la década del 60’…

Los discípulos de McLuhan, como Neil Postman –creador de la cátedra ‘Ecología de los Medios’ en los 70’- nos ayudaron a interpretar cómo los grandes descubrimientos científicos influyeron directamente en nuestra cultura, examinando la relación “ambiental” entre el hombre y aquellas herramientas. Primero fue el lenguaje, después el hallazgo del alfabeto y -más tarde-, con la invención de la imprenta de Gutemberg, hemos ido evolucionando hasta convertirnos en seres ampliamente sensatos. Los libros nos regalaron la lectura profunda y, como consecuencia, cambiamos la forma de escribir y de pensar. La humanidad progresó, la ciencia floreció y las naciones despidieron a un planeta que se había aferrado al feudalismo. También el calendario, la brújula y el reloj contribuyeron para transportarnos hacia una era industrial imparable, donde modificamos el comportamiento y nos convertimos en engranajes autómatas y reflexivos. Finalmente, la electricidad aceleró todo. Desde el telégrafo conquistamos la radio y luego la TV, pasando de la silenciosa sala de lectura al agitado living comedor. El tiempo se jerarquizó, las horas se encogieron a fracciones de segundos y la instantaneidad adoptó el carácter de nuestro accionar cotidiano. De pronto, ya no dependimos de una mesa o de un escritorio para manejar la computadora o navegar en Internet, y la necesidad de tener todo al alcance de la mano se hizo realidad con los teléfonos celulares inteligentes.

Antes de Bilardo, los entrenadores de fútbol utilizaban el pizarrón y cientos de hojas escritas para darles a conocer a sus jugadores las estrategias a emplear en un partido de fútbol. Además, tenían colaboradores que miraban el desempeño de otros equipos para descubrir falencias y virtudes que les fueran útiles en un próximo duelo. En los últimos años, la preparación se perfeccionó y los DVD empujaron a los videos al cadalso. Ahora, las imágenes en tres dimensiones, los programas específicos de estadísticas deportivas y las plataformas de datos coronan el nuevo racimo de dispositivos digitales para el alto rendimiento. 

Aunque los entrenadores aún garabatean pizarras y diagraman croquis a mano, los nuevos implementos técnicos desplazan silenciosamente a aquellos y nos están obligando a adecuarnos a sus “mensajes” o -como diría Postman- a sus “metáforas”. Precisamente, McLuhan y Postman estarían de acuerdo en algo: sería prácticamente imposible liberarnos de las tecnologías que nos rodean. 

Ayer fueron los videos de Bilardo. Hoy, el smartphone de Foyth.

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