El freestyle emergió como una expresión cultural juvenil; un ritual artístico de grupos de adolescentes hechizados por el rap y el hip hop latino. Rápidamente, y a través de las plataformas digitales -como YouTube y Spotify-, este fenómeno se volvió viral, hasta alcanzar su masificación. Así la cultura popular del “rap estilo libre” fue abducida por la sociedad de consumidores.
Las “Batallas de Gallos” son una actividad artístico-musical basada en la improvisación y construida desde la rima, donde dos adversarios disputan sus virtudes orales. En el freestyle no hay letras compuestas o escritas con anterioridad porque todo se improvisa en el momento [1]. El ejercicio cognitivo de esta disciplina se podría vincular con el pasado, puntualmente, desde los orígenes de las grandes civilizaciones primitivas cuando la escritura aún no había sido descubierta. Ahora, ¿por qué surgió recientemente? La primera respuesta nos la entrega –nuevamente- Marshall McLuhan y está vinculada a las costumbres que adoptamos cuando nos relacionamos con las tecnologías que nos rodean.
Las “Batallas de Gallos” son una actividad artístico-musical basada en la improvisación y construida desde la rima, donde dos adversarios disputan sus virtudes orales. En el freestyle no hay letras compuestas o escritas con anterioridad porque todo se improvisa en el momento [1]. El ejercicio cognitivo de esta disciplina se podría vincular con el pasado, puntualmente, desde los orígenes de las grandes civilizaciones primitivas cuando la escritura aún no había sido descubierta. Ahora, ¿por qué surgió recientemente? La primera respuesta nos la entrega –nuevamente- Marshall McLuhan y está vinculada a las costumbres que adoptamos cuando nos relacionamos con las tecnologías que nos rodean.
El
filósofo canadiense sostenía –hace décadas- que con la llegada de una nueva era
de la información “estamos saliendo de la edad de lo visual y entrando en la
edad de lo auditivo y lo táctil”. Auguraba una “segunda etapa de la oralidad”,
producto de una “implosión eléctrica” que “devolverá al hombre visual a los
patrones tribales y orales” del pasado [2].
Los instrumentos de la actual era eléctrica de McLuhan –sobre todo las tablets
y los teléfonos celulares- son vehículos que transportan experiencias
sensoriales que esperan ser “cazadas” por los consumidores de la red. Esas
experiencias también contienen hábitos de competitividad y contenido
ideológico.
Como
hemos dicho en el artículo anterior, plataformas digitales como YouTube
condujeron a la transformación de la cultura popular de las batallas de los
gallos hacia la sociedad de consumo.
En referencia a esto, Muphasa –el creador de El Quinto Escalón, la competencia que masificó al freestyle-
sostiene que “la gente que habita en las plataformas tuvo casi todo que ver con
el fenómeno. La movida
de las redes fue la punta de lanza para que el crecimiento sea posible. Hoy en
día, cualquier disciplina que se transforma en global o social siempre viene de
la mano de un vehículo, de un mensaje determinado que es transportado
masivamente. En nuestro caso, fue necesario mucho trabajo en YouTube y en
Facebook, al comienzo, y después otro tanto con Twitter e Instagram”.
La reiteración de imágenes en la visualización de los videos genera
que los espectadores adopten conductas
inspiradas en lo que ven. Por ello, ya sea a modo de inspiración, de copia o de
aprendizaje, o mediante estrategias publicitarias, la audiencia recurre a la
experiencia de mirar los videos -en este caso utilizando la plataforma YouTube-
para pertenecer a una subcultura
identificadora.
En
relación a ello, McLuhan consideraba que “cuando un medio se convierte en
instrumento de experiencia en profundidad, dejan de regir las antiguas
categorías de ‘clásico’ y ‘popular’ o ‘culto’ y ‘vulgar’”. Asimismo, y
refiriéndose directamente al género musical, decía que con la experiencia en
profundidad, “se pierden las inhibiciones respecto a lo ‘culto’” y “la gente se
vuelve loca por la cultura popular” [3].
Durante su apogeo, el freestyle atravesó por este proceso una vez que se
transformó definitivamente en un evento masivo.
En nuestra era, tanto en Internet
como fuera de ella, la capacidad de creación se ve capturada sistemáticamente
desde el mercado, convirtiéndose en
el “combustible de lujo del capitalismo contemporáneo” [4].
Justamente, Gilles Deleuze describió un régimen de este ejemplo apoyado en las
tecnologías electrónicas y digitales: “Una organización social basada en el
capitalismo de la actualidad, donde rigen la sobreproducción y el exceso de
consumo, el marketing y la publicidad, los servicios y los flujos financieros
globales. Y también la creatividad estimulada, ‘democratizada’ y recompensada
en términos monetarios” [5].
Por
su parte, Michel Maffesoli ayuda a comprender el acontecimiento de las batallas
de gallos bajo las formas contemporáneas de la vida social de estos tiempos,
donde la cultura de masas se redefine como un nuevo tribalismo en la aldea
global de la comunicación electrónica. Maffesoli también distinguió una nueva oralidad en la vida diaria en medio de un caos de microgrupos que él denomina tribus. Esas tribus “están determinadas
por formas de sentimiento que rechazan las lógicas de la identidad”, vinculando
“a las personas y dejándolas ser” y permitiendo el “deseo de cambiar de
compañeros y asociaciones” [6].
Apoyándonos
en las creencias de McLuhan y Maffesoli, y para intentar descubrir los
fundamentos fenomenológicos [7]
del freestyle, hay que retroceder algunos siglos y situarnos en el tiempo de
las culturas orales primarias, que
carecían del conocimiento de la escritura. Aquellas culturas formalizaban el
ejercicio del pensamiento en base a
la memoria; es decir que el proceso
cognitivo debía seguir las pautas
mnemotécnicas formuladas para la inmediata repetición oral [8].
Si nos detenemos en la manera de expresión que aquí estudiamos, y retomando al
concepto de McLuhan que sugería que atravesamos una segunda oralidad, podríamos esbozar que el freestyle recupera
aquellos procedimientos mentales de las culturas orales; sobre todo porque –a
diferencia de los géneros musicales tradicionales- no utiliza repertorios ni
letras previamente escritas.
Si
bien el freestyle-rap se crea espontáneamente, la rima es su principal virtud poética; un valor rescatado desde aquellas
culturas orales primarias. Al respecto, Walter Ong afirmaba que aquel era un
“pensamiento extenso en bases orales” y que “tiende a ser sumamente rítmico, pues el ritmo ayuda a la
memoria”. Según sus estudios en Oralidad
y Escritura: Tecnologías de la palabra, “el pensamiento debe originarse
según pautas equilibradas e intensamente rítmicas, con repeticiones o
antítesis, alteraciones y asonancias, expresiones calificativas y de tipo
formulario (fórmulas), marcos temáticos comunes, proverbios que todo el mundo escuche
constantemente, de manera que vengan a la mente con facilidad” [9].
Estas características de la oralidad y los ejercicios cognitivos descriptos son
utilizados por los participantes en Las Batallas de Gallos.
En
consecuencia, este nuevo período de implosión
oral [10]
ha permitido la expansión de nuevas culturas populares, como el freestyle.
En relación a ello, Manuel Jofré –profesor de la Universidad de Chile- nos
aporta que “Derrick de Kerkhove [11]
señalaba que la nueva tecnología afecta el rango, el contenido y la
distribución del conocimiento (…) e insiste en que la pantalla es una extensión
cognitiva, un procesador de información”. Por lo tanto, “la extensión de los
procesos cognitivos fuera de la mente humana afecta a todos los campos del
saber humano. En la era digital, prevista por lo electrónico, la formación del
conocimiento pasa por la hipertextualidad,
los mensajes de texto, el comercio electrónico y la banda ancha” [12].
La
tecnología fue una piedra fundacional parar la expansión del rap y del hip-hop
originario, surgido en los barrios de Harlem y Bronx en la década del ’70. Al
igual que el freestyle de hoy, aquellos estilos emergieron gracias a una ruptura mediática producto de un avance tecnológico, cuando “la
música comenzó a ser trasladable con la invención de los minicomponentes”, describe
el profesor Luis A. Quevedo. Así, el rap se transformó en un género callejero
“que conquistó el espacio público (...), creando una comunidad de sentido y
pertenencia entre los jóvenes” [13],
finalizó el autor de Portabilidad y
Cuerpo.
La irrupción del freestyle en estos
últimos tiempos está más ligada al momento en que vivimos y en cómo nos
desempeñamos con las tecnologías que nos rodean, tal como nos advirtió Marshall
McLuhan hace más de 40 años: “estamos saliendo de la edad de lo visual y
entrando en la edad de lo auditivo y lo táctil”. Auguraba una “segunda etapa de
la oralidad”, producto de una “implosión eléctrica” que “devolverá al hombre
visual a los patrones tribales y orales” del pasado [14].
Los instrumentos de la actual era eléctrica descrita por McLuhan en Understanding Media: The Extensions of Man [15]
–sobre todo tablets y teléfonos celulares- son vehículos que transportan
experiencias sensoriales que esperan ser “cazadas” por los consumidores de la
red. Esas experiencias también contienen hábitos de competitividad y contenido
ideológico.
En tanto, André Lemos amplía la idea que se revela con la utilización de los elementos tecnológicos de hoy: “la comunicación implica movimiento de información y movimiento social; salida de sí mismo en el diálogo con el otro y flujo de mensajes cargados por diversos soportes” [16]. El autor asegura también que “con la actual fase de las computadoras ubicuas, portátiles y móviles estamos en una movilidad ‘ampliada’ que potencia las dimensiones física e informacional” [17]. A raíz de estos pensamientos, la empresa Proyección Consultores realizó una encuesta que refleja que -en Argentina- las principales fuentes de información son los medios digitales, alcanzando el 50% de los medios de comunicación de masas, sumando diarios digitales, portales y redes sociales. En tanto, la televisión registra el 30% de las fuentes primarias.
Precisamente, podemos afirmar que los jóvenes de hoy -mediante sus prácticas cotidianas y el uso que le dan a la tecnología- son quienes permiten la penetración de este tipo de cultura popular en el mercado, ya que, como dice Paula Sibilia en El show del yo: “Estamos ante una verdadera ‘explosión de productividad e innovación’ (...), aunque por otro lado, tanto en internet como fuera de ella, la capacidad de creación se ve capturada sistemáticamente por el mercado que atiza las fuerzas vitales y las transforma en mercancía” [18].
En tanto, André Lemos amplía la idea que se revela con la utilización de los elementos tecnológicos de hoy: “la comunicación implica movimiento de información y movimiento social; salida de sí mismo en el diálogo con el otro y flujo de mensajes cargados por diversos soportes” [16]. El autor asegura también que “con la actual fase de las computadoras ubicuas, portátiles y móviles estamos en una movilidad ‘ampliada’ que potencia las dimensiones física e informacional” [17]. A raíz de estos pensamientos, la empresa Proyección Consultores realizó una encuesta que refleja que -en Argentina- las principales fuentes de información son los medios digitales, alcanzando el 50% de los medios de comunicación de masas, sumando diarios digitales, portales y redes sociales. En tanto, la televisión registra el 30% de las fuentes primarias.
Precisamente, podemos afirmar que los jóvenes de hoy -mediante sus prácticas cotidianas y el uso que le dan a la tecnología- son quienes permiten la penetración de este tipo de cultura popular en el mercado, ya que, como dice Paula Sibilia en El show del yo: “Estamos ante una verdadera ‘explosión de productividad e innovación’ (...), aunque por otro lado, tanto en internet como fuera de ella, la capacidad de creación se ve capturada sistemáticamente por el mercado que atiza las fuerzas vitales y las transforma en mercancía” [18].
El
desarrollo del freestyle procedió bajo una táctica de expansión muy particular
de estos tiempos, introduciéndose en los celulares, computadoras y tablets de
las juventudes, mediante las principales redes y plataformas del ciberespacio.
Lo que comenzó como una expresión subcultural
culminó masificándose gracias a la tecnología, sin distinción de clases. Como sostiene Luis Alberto Quevedo-
los dispositivos “tienen una enorme capacidad de producir transversalidad en
todos los segmentos socioculturales, etarios y de ingresos. Atraviesan
cualquier pirámide social de distribución que seamos capaces de armar” [19].
En la misma sintonía, Bauman asegura que “el consumo como vocación es un derecho
humano universal que no admite excepciones. En este sentido, la sociedad de
consumidores no reconoce diferencias de edad o género ni reconoce distinciones
de clase” [20].
Las
novedosas Batallas de Gallos evolucionaron rápidamente y en poco tiempo pasaron
de las plazas de los barrios a los grandes estadios. Ya no son las mismas
expresiones que en sus comienzos. Y tampoco circulan por los canales
tradicionales de información porque ahora “son promocionadas únicamente en los
medios digitales y prácticamente no utilizan publicidad regular” [21].
Así se explica el auge de un fenómeno promovido desde las herramientas de la
web 2.0 y que es captado –preferentemente- por adolescentes y pre-adolescentes
consumistas, creativos, competitivos y sumamente encriptados en la segunda oralidad que anticipó McLuhan. SF
Citas y Fuentes:
[1]
Freestyle: Historia y Origen de las Batallas (2016, 16 de julio). Batallas
Freestyle. http://cort.as/-ThI5
[2]
Marshall McLuhan. “Comprender los Medios de Comunicación”. (1996. Paidós).
Páginas 10, 71, 291.
[3]
Marshall McLuhan. “Comprender los Medios de Comunicación”. (1996. Paidós).
Páginas 10, 71, 291.
[4] Sibilia, P. (2008). La
intimidad como espectáculo. (pp. 13). Buenos Aires: Fondo de cultura
económica.
[5] Sibilia,
P. (2008). La intimidad como espectáculo. (pp. 21-22). Buenos Aires:
Fondo de cultura económica
[6]
Michel Maffesoli. “El tiempo de las Tribus”. (1988. Icaria Editorial). Páginas
29, 48-49 y 62.
[7]
La fenomenología es una corriente idealista subjetiva dentro de la filosofía
que se propone el estudio y la descripción de los fenómenos de la conciencia. https://n9.cl/kwlo
[8]
Walter Ong. “Psicodonámicas de la Oralidad”. Oralidad y Escritura (1987. Fondo
de Cultura Económica). Página 41.
[9]
Walter Ong. “Psicodonámicas de la Oralidad”. Oralidad y Escritura (1987. Fondo
de Cultura Económica). Página 41.
[10]
Término de McLuhan.
[11]
Derrick de Kerckhove es un sociólogo belga nacionalizado canadiense y Director
del Programa McLuhan en Cultura y Tecnología.
[12]
Manuel Jofré (2007). “McLuhan y la modulación del futuro”. Cyber Humanitatis. https://n9.cl/rb4d
[13]
Quevedo, L. A.
(2007). Portabilidad y Cuerpo. En Seminario sobre Desarrollo Económico,
Desarrollo Social y Comunicaciones Móviles en América Latina, (pp. 5).
Buenos Aires: FLACSO.
[14] McLuhan,
M. (1996). Comprender los Medios de Comunicación. (pp. 10-71-291).
Barcelona: Paidós.
[15] McLuhan,
M. (1996). Comprender los Medios de Comunicación. (pp. 10-71-291). Barcelona:
Paidós.
[16] Lemos,
A. (2010). Cultura de la movilidad. En Beiguelman, G. y La Ferla, J. (eds.),
Nomadismos Tecnológicos. Dispositivos móviles. Usos masivos y prácticas
artísticas, (pp. 1-2). Buenos Aires: Ariel.
[17] Lemos,
A. (2010). Cultura de la movilidad. En Beiguelman, G. y La Ferla, J.
(eds.), Nomadismos Tecnológicos. Dispositivos móviles. Usos masivos y
prácticas artísticas, (pp. 2). Buenos Aires: Ariel.
[18] Sibilia,
P. (2008). La intimidad como espectáculo. (pp. 13). Buenos Aires: Fondo
de cultura económica.
[19] Quevedo, L.A. (2007)
Portabilidad y Cuerpo. En Seminario sobre Desarrollo Económico, Desarrollo
Social y Comunicaciones Móviles en América Latina, (pp. 12). Buenos Aires:
FLACSO.
[20] Bauman,
Z. (2007). Vida de consumo. (pp. 81 ). Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica.
[21] Hernán
Russo (2019, 27 de julio). “Mundo
freestyle, una pasión entre los más jóvenes: del under a ser reyes del
streaming”. Clarín. https://n9.cl/t33v5
No hay comentarios:
Publicar un comentario