viernes, 18 de diciembre de 2020

La sociedad tuittera y la pérdida del espíritu libertario

Libertad. Una de las palabras más poderosas jamás creadas. Su significante es un valor democrático innegable que alcanza mayor trascendencia también desde su oposición: la sumisión. En la historia humana, la libertad de expresión ha sido uno de los derechos individuales y colectivos más ultrajados a raíz de las distintas luchas por el ejercicio del poder. Y el poder en la comunicación habita en la palabra. Desde la oralidad hasta la virtualidad, la palabra es objeto de conquistas –violentas o pacíficas- precisamente porque su función permite comprender –y dominar- la cultura de la sociedad.  

En estos tiempos, Twitter se ha impuesto como una de esas vías de conquista donde el poder y la palabra supieron edificar un espacio de intercambio cultural dominante a partir de un instrumento tecnológico. A pesar de su cuestionable autopromoción libertaria, esta red social logró ubicarse en la comunidad universal como uno de los mecanismos discursivos más influyentes. La prédica cotidiana pasa por Twitter: los principales temas de dominio público se dirimen allí y “reflejan el estado anímico de la sociedad”(1). Aferrándonos a este concepto de Jose Van Dijck(2) nos preguntamos: ¿de qué sociedad hablamos y quiénes la integran?

Previo a introducirnos en la organización social de Twitter deberíamos reconocer al discurso público en cuestión, esto es, el elemento locuaz de la plataforma de los 280 caracteres. 

Desde el origen de las civilizaciones, el discurso público atravesó diversos territorios expresivos conforme al lenguaje comunicacional imperante, al medio dominante y al ordenamiento político-social de cada época: pasamos de la aldea a los foros y plazas como sitios del debate de las ideas; asistimos a entidades religiosas y feudos medievales para discernir el mandato político; nos resguardamos en las ciudades modernas para afianzar la disertación institucional; desarrollamos un clímax mediático en la era de los mass media; y habitamos -hoy en día- en zonas de acción virtuales que han afectado las prácticas sociales, recientemente aceleradas durante la reciente pandemia, producto del aislamiento social promocionado y forzado por los gobiernos del mundo. En palabras de Gilles Deleuze: “hemos pasado de un animal a otro, del topo a la serpiente; tanto el régimen en el que vivimos como […] en nuestras relaciones con los demás”. 

Twitter fue acaparando la disertación popular a raíz de una “doble dimensión de relaciones sociales”(3): la estructural, relativa al formato técnico-arquitectónico y al posicionamiento de sus agentes, y la vincular, concerniente a la interacción o hábitos de los usuarios. De esa reciprocidad se concibieron los temas de dominio público que se apuntaron en la sección tendencias. Así, las preferencias se adueñaron del terreno, instalando discursos exteriorizados por los millones de hilos de perorata tuittera y redistribuyendo circuitos informacionales hacia otros medios. En poco tiempo, el tabloide del siglo XXI se transformó en una referencia mediática global trascendental, lo que motivó al magnate Elon Musk a pulsar por su adquisición. 

Habiendo definido el discurso público, ahora sí descubriremos la estructura social de Twitter. Para ello, requerimos identificar la existencia de una sociedad de la información(4), es decir, aquella que navega en las redes y está constituida por agentes múltiples con niveles socioeconómicos y culturales predeterminados; el hábitus(5) según Pierre Bourdieu. En estos entornos, las relaciones sociales, las manifestaciones culturales y la productividad se dirimen en un campus delimitado “por la estructura de la distribución del capital”(6), donde los agentes pondrán en juego sus intereses, apelando a esa riqueza tácita que está formalizada en cifras(7)

Cifras. Datos. Guarismos. Elementos producidos por la intercomunicación y por la creación de contenidos que fueron arrastrando a la plataforma al cambio de escala inevitable, abandonando su halo libertario inicial para introducirse en el denominado “modelo informacional de producción”(8)¿De qué se trata?  Voy a necesitar del "Marx científico" para explicarlo mejor, aunque para muchos sea una cita irascible...

En el ámbito de la producción liberalista, los datos y la información “constituyen tanto la materia prima como el producto terminado”(9). Pero lo más llamativo –y preocupante- es que el internauta ofrece su fuerza de trabajo(10) sin obtener algo a cambio y, para colmo, los datos fabricados pertenecen únicamente a Twitter; el gran capitalista de los datos. Esta mutación en el paradigma relacional y productivo, establecido sobre la base de vínculos irreales o implícitos, configuró en Twitter una organización social que está representada –básicamente- en dos clases: los burgue-influencers(11) –actores preferenciales y socios mercantiles de la plataforma- y el proletariado esclavizado de la interacción(12) o –en definitiva- la gran masa de trabajadores gratuitos del ciberespacio. 

En primer lugar, los burge-influencers ocupan un sector minoritario en la cúpula de la pirámide y están motivados por intereses variados y sincrónicos: a) los comerciales, pertenecientes a los negocios del campo virtual y a las publicidades de las empresas, y b) los imperativos, evidenciados en el ejercicio de la autoridad que ostentan sobre su capital social, apreciado en el número de seguidores, y cuyos recursos representan “una red durable de relaciones”(13). El burgue-influencer precisa trascender a través de su patrimonio social para empoderarse a partir de un entramado de relaciones cuantitativas y obtener así resultados de igual signo. Sin embargo, entre sus retribuciones, vive esa idea de superioridad alimentada por Twitter para tratar de imponer un determinado discurso. 

En tanto, debajo de aquella cúpula de personalidades populares y celebridades corporativas emerge la plebe; una gran masa de operadores hiper-conectados que participan de los temas del momento, replicando interacciones hasta la eternidad y fabricando datos a cambio de nada. Este proletariado esclavizado de la interacción está subordinado a un entorno que solo lo reconoce como un algoritmo: un dígito oculto en el anonimato de la inmensidad de la red. Esto se debe –en parte- a la ausencia de territorialidad física: una nueva especie de expropiación, donde “el régimen capitalista informacional”(14) explota la mano de obra que la clase sometida le ofrece y que será la que termine consumiendo el producto que él mismo fabricó gratuitamente

Esa supuesta "gratuidad" de navegación, interacción y fabricación de datos es la que mantiene "ocupados" a los productores, hipnotizándolos y haciéndoles creer que ese espacio informacional es totalmente libre. Por ello, en las relaciones entre los burgue-influencers y el proletariado esclavizado de la interacción se evidencian contradicciones. Por un lado, existe una especie de pacto social de no agresión para extraer el valor y generar superproducción(15) con el almacenamiento de datos e información. Esto es invisible para el esclavo que surfea(16) en la red destinando su tiempo a la producción. Pero nada es casual: además de “mantener la ilusión que el capitalismo promueve la libertad y no la coerción”(17), el tratado beneficia la estrategia acumulativa, imponiendo un régimen de doble efecto. Es decir, intensivo hacia la dominación y extensivo con el fin de “aumentar el tamaño de la población”(18). En el caso de Twitter, para elevar la cantidad de seguidores. Es aquí donde las luchas de clase se manifiestan mediante las relaciones de fuerza y de dominación, teniendo en cuenta que persiguen distintos intereses, ya sea en la búsqueda de información, en la monetización y en la (auto) promoción o en la instalación del discurso. 

Teniendo en cuenta que el caudal social se define por su función, deberíamos empezar a reflexionar que el mismo está atravesando un proceso crítico de desdoblamiento, donde una parte aún se mantiene dentro del orden físico real, mientras otra migra hacia el campo virtual. Esto implica que la vida asociativa estaría reconfigurándose por las prácticas mediatizadas, confinando a los actores sociales a un panoptismo(19) de redes. 

Los diversos debates y las réplicas personalizadas forman un canal de opiniones plurales que hacen creer que predomina cierta independencia. No obstante, el supuesto carácter democrático del discurso público está encerrado en un laberinto del que ya no podrá escapar porque su crecimiento lo fue acercando al capitalismo de concentración(20). Un sistema de control cada vez más alejado de la libertad de expresión, donde la materia prima del mundo social –el lenguaje- corre cierto peligro. 

En el caso de Twitter, su funcionamiento informacional lo catapultó hasta convertirse en un “termómetro social”(21) y los científicos(22) se atreven a recurrir a este espacio social para experimentar aquellos comportamientos. Así, el análisis comprensivista(23) de las interacciones sociales permite distinguir la reciprocidad que hay entre lo que dice la herramienta y la relevancia que los usuarios le confieren a las tendencias; pero esa correspondencia es incapaz de reconocer qué influyó primero: si los usuarios a la plataforma o el medio al público.

 SF

Referencias



[1] Jose Van Dijck (2016).

[2] La revista Opzij en 2016 nombró a van Dijck como la mujer holandesa más influyente.

[3] Alicia Gutiérrez (2005).

[4] Concepto de Javier Echeverría en “Democracia y sociedad de la información en Espacios del saber”. 2002. Ed. Paidós, Argentina.

[5] Término de Pierre Bourdieu citado en “Las prácticas sociales: Una introducción a Pierre Bourdieu”. 2005.

[6] Término de Pierre Bourdieu citado en “Las prácticas sociales: Una introducción a Pierre Bourdieu”. 2005.

[7] Expresión de Gilles Deleuze en “Post-scriptum sobre las sociedades de control”, 2006.

[8] Manuel Castells (1995).

[9] Manuel Castells (1995).

[10] Concepto de Karl Marx en “El capital. Crítica de la economía políticaCap. I: La Mercancía”, 1977.

[11] Redefinición adaptada por el autor, a partir de la teoría de clases de Karl Marx en “El capital. Crítica de la economía políticaCap. XXIV: La acumulación originaria”, 1977.

[12] Redefinición adaptada por el autor, desde los conceptos de la acumulación del trabajo de Silvia Federici en “Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria”, 2004.

[13] Término de Pierre Bourdieu citado en “Las prácticas sociales: Una introducción a Pierre Bourdieu”. 2005.

[14] Manuel Castells (1995).

[15] Especificación de Gilles Deleuze en “Post-scriptum sobre las sociedades de control”, 2006.

[16] Término de Gilles Deleuze en “Post-scriptum sobre las sociedades de control”, 2006.

[17] Silvia Federici (2004).

[18] Silvia Federici (2004).

[19] Concepto de Michael Foucault.

[20] Expresión de Gilles Deleuze en “Post-scriptum sobre las sociedades de control”, 2006.

[21] Jose Van Dijck (2016).

[22] Datos tomados de ElDiario.es (Analía Plaza, 05/11/2014) https://bit.ly/3285XBX

[23] Max Weber consideraba  al método comprensivo como instrumento válido para el estudio de los hechos sociales en “Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva”, 1964.


Bibliografía

 -Castells, Manuel (1995). La ciudad informacional: tecnologías de la información, reestructuración económica y el proceso urbano-regional. Alianza Editorial, España.

-Deleuze, Gilles (2006). Post-scriptum sobre las sociedades de control. Polis (v.5, n.13): Revista Latinoamericana, Chile.

-Federici, Silvia (2004). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Traficantes de sueños editores, España.

-Gutiérrez, Alicia B. (2005). Las prácticas sociales: Una introducción a Pierre Bourdieu. Ferreyra Editor, Argentina.

-Marx, Karl (1977). El capital. Crítica de la economía políticaCapítulos I y XXIV. Akal, España.

-van Dijck, José (2016). La cultura de la conectividad: una historia crítica de las redes sociales. Siglo XXI Editores, Argentina.

-Weber, Max (1964). Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva, trad. J. Medina Echavarría, ed. J. Winckelmann. FCE, México.

 

domingo, 5 de julio de 2020

Espacio Literario: "Instantáneas"

Las instantáneas son escritos breves, donde el autor recrea recuerdos en su mente y transforma aquellas sensaciones en palabras. Son reminiscencias específicas, hurgadas en la mente, pero también pueden aportar elementos de la ficción. Una instantánea es un ejercicio sensorial y reflexivo; un viaje en el tiempo que intenta rememorar situaciones que dejaron huellas y marcas en el escritor. A continuación, revelo cuatro obras sencillas; todas historias reales. 

El debut
    Era mi primera vez. Nunca había sentido algo parecido: las manos sudorosas acompañaban al resto del cuerpo en un sinfín de movimientos casi imperceptibles, pero electrizantes. Estaba aterrado. Ella no paraba de mirarme; fijo, directo a los ojos. Sabía que no podía fallarle; tampoco lastimarla. Todo estaba en juego. Mi desempeño sería decisivo. Pensaba en todas las recomendaciones de mi padre: lo que debía y lo que no podía hacer. Miré al cielo, buscando ayuda divina, pero aquel telón grisáceo se cerraba bruscamente para impedirme cualquier iluminación posible. Un sonido estremecedor me sacó del trance. Me acerqué a ella y, sobre un césped húmedo y majestuoso, con la pierna diestra, le di la primera caricia.

Mad Max
    Ahí estaba yo: manejando con imprudencia, embistiéndola una y otra vez. No solo la perseguía; buscaba el impacto. Noté las socarronas risas que se iban dibujando en mi rostro cada vez que divisaba el objetivo y cómo me empoderaba cuando en mis manos –y en mis pies- asumía el destino de ambos. Dominaba la escena y casi todas las reacciones de aquel día soleado. O de aquella tarde; no puedo recordarlo. Podía contemplar los movimientos de un niño al volante, pedaleando desesperadamente para alcanzar el blanco. Distinguí las carcajadas sin poder oírlas; pero brotaban como burbujas, elevándose hacia el cielo, aunque inaudibles. Ella disimulaba el dolor de los golpes que recibía en sus extensas piernas, pero seguía huyendo para reencontrarse nuevamente con otra feliz colisión. Eso me divertía. Nos divertíamos... Súbitamente, unos números difusos anticiparon el final que, precisamente, irrumpió con un sonido metálico, mientras el carrete de la cinta continuaba girando. La pared retomó su pálido color amarillento. Sonreí, y lloré. 

Sangre de Familia
    “...La empujó contra la mesada, agarró un tenedor y se lo clavó en la pierna. ‘¡Hijo de puta!’, grité. Ahí nomás, me abalancé para defender a mamá, pero ese demonio me arrojó por el aire. Volví y me colgué en su espalda para tratar de morderle la cara o de arañarlo. Estaba enfurecida”. Hizo una pausa. La observé detenidamente; aunque perplejo. Mientras vertía rabia de su boca, con un gesto natural y salido de contexto, me cebó un mate. Yo seguía inmovilizado, con los labios entreabiertos y los párpados extendidos al máximo. Solo mis oídos querían funcionar. Su boquete disparó nuevamente: “Tu viejo lloraba tanto que pudo haber inundado la casa; tendría cuatro o cinco años, no lo sé. De repente, por el griterío, empezaron a llegar todos, mientras 'el tipo' seguía clavándole el tenedor en la pierna de mamá. Y cuando vi que le chorreaba sangre del muslo me transformé. Le dije de todo. Lo golpeé como pude. El piso ya estaba rojo y ella, pobrecita, temblaba. Alguien los separó. Esa noche, 'el tipo' tuvo que irse de la casa porque juré matarlo ahí mismo. Fue la última vez que lo vi”.
    Cincuenta años después, la tía Poupée mantenía viva la furia contra su padre; un abuelo que no conocí. Yo solo puedo asociarlo con aquella triste y dramática escena de Hitchcock.

1982
    Vestidos íntegramente de verde y con un gorro apoyado entre alguno de sus antebrazos, aparecían todas las mañanas de aquel crudo invierno para recoger ofrendas, regalos, dinero, comida o ropa. Nosotros, de blanco, los observábamos impávidos, como si nos hubieran visitado “Pelusa” Maradona, “El Flaco” Monzón o “El Capitán” Piluso. Sin embargo, no pudimos retener -en nuestras pequeñas mentes- los nombres de aquellos “muchachos”. Los recibíamos eufóricos en las aulas y les dábamos lo que habíamos podido rescatar de nuestras casas. Nos sentíamos parte de aquella aventura que no comprendíamos, pero de la que participábamos religiosamente. Sentíamos orgullo: creíamos en una fábula incierta y, sobre todo, venerábamos a nuestros visitantes amistosos. 
     Las semanas pasaron y, a medida que el frío arreciaba, dejaron de venir. Entonces nos preguntábamos –incrédulos- qué había sucedido con aquellos héroes de plomo vivientes. ¿Por qué ya no nos necesitaban? En pocos meses, pasamos del entusiasmo a la angustia. Habíamos perdido algo más que una guerra. 

S.F.

sábado, 21 de marzo de 2020

El Coronavirus llegó para quedarse: el origen de la pandemia que revela una crisis mediática


El 2020 en China es el año de la rata. Este fugaz roedor es asociado comúnmente a las pestes y a las barbaries, pero no todos saben que además simboliza riqueza e inteligencia. La propagación arrasadora del COVID-19 obligó a la Organización Mundial de la Salud a declararlo pandemia y los gobiernos tomaron medidas drásticas que paralizaron la actividad económica del mundo y entumecieron los hábitos de la población. El cierre total de fronteras y la interrupción de las vías de comunicación colocaron al globo en una situación tan vulnerable como los efectos de la propia enfermedad.

Para tratar de comprender cómo el coronavirus germinó desde un "comercio" chino -o un laboratorio, agrego- para sitiar al planeta entero propongo hacerlo desde la Ecología de los Medios. Esta teoría o “filosofía mediática” considera que los medios de comunicación son extensiones del cuerpo humano y –a su vez- entiende que la interacción con esas herramientas crea ambientes o entornos sensoriales que alteran nuestras conductas. Así como el alfabeto, la imprenta y la computadora, los instrumentos de locomoción también funcionan a modo de prolongaciones corporales que promueven la evolución cultural de las civilizaciones.

Desde que se tienen registros, la propagación de las epidemias estuvo estrechamente vinculada al progreso tecnológico, siendo determinantes los factores tiempo y espacio. Históricamente, las enfermedades más impactantes han conquistado vastos territorios, irrumpiendo lenta o rápidamente, conforme la tecnología dominante de cada era. Pero la invención de la rueda -en el siglo V a. c.- cambió el paradigma de la movilidad terrestre al desplazar el paso humano con un elemento extra corpóreo.

El fin del feudalismo y la Revolución Industrial -imprenta mediante- posibilitaron la aglomeración de las poblaciones en las ciudades emergentes del siglo XVIII. Hasta ese momento, la expansión de las endemias era un proceso que duraba años, producto de los primitivos traslados terrestres y los interminables viajes embarcados. En el caso de la denominada “peste negra” o “bubónica” -que sacudió al universo conocido del siglo XIV y eliminó a un tercio de los habitantes europeos[1]- tardó casi doce meses en atravesar el continente asiático.

Sin embargo, la brutal mortandad estipuló cambios en el sistema productivo, en la estructura social, en la conciencia sanitaria y en la forma de ver el mundo: en principio, la carencia de servidumbre obligó a los señores feudales a contratar mano de obra –algo inusual en aquella época- y, a continuación, emergieron las nuevas ideas del Renacimiento que, entre otras cosas, darían lugar al avance mecánico para la agricultura industrializada[2]. En consecuencia, las pandemias más devastadoras han modificado costumbres y –muchas de ellas- valieron para “reducir el caos urbano y contrarrestar el contagio”[3].

En diciembre de 2019, los primeros casos del COVID-19 fueron descubiertos cerca de la feria mayorista de mariscos de Huanan, ubicada en la imponente ciudad de Wuhan. Allí se cree que mutó el brote originario del virus -conocido como SARS-CoV-, detectado en alguna especie de murciélago[4]. Sin adentrarnos en esta teoría todavía incierta, aquel mercado es gigantesco: ocupa 50.000 metros cuadrados y cuenta con más de mil puestos de venta de comida exótica. Localizado en el medio de la urbe, lo rodean cientos de edificios residenciales y otros tantos para uso comercial. Hace unas semanas, los medios de comunicación extranjeros denunciaron que el lugar apestaba por las condiciones "insalubres", donde coexistían animales vivos y muertos a centímetros de distancia[5].

Wuhan es el núcleo político, económico y cultural de la región central del país[6]. Precisamente, en la “Chicago China”[7] florece un polo de tránsito descomunal, con decenas de nuevas líneas de ferrocarriles y subterráneos y de amplias autopistas que enlazan a la nación entera. A la par, su aeropuerto internacional acarrea anualmente cerca de 15 millones de personas y despliega vuelos directos con Estados Unidos, Gran Bretaña, Turquía, Italia, Francia, Rusia, Emiratos Árabes, Corea del Sur, Australia, Japón, España -con conexión-, y todos los destinos del sureste asiático[8].

Simultáneamente, el componente cultural también aportó su cuota de peligro para agudizar el escenario: los festejos por el año nuevo, tanto el occidental (2020) como el chino (4718); dos acontecimientos multitudinarios que comenzaron a fines de diciembre y concluyeron a principios de febrero. La gran cantidad de ciudadanos que viajaron desde diversas ciudades de la tierra para las celebraciones –sumados a los que migraron internamente- ya habían servido de transmisores durante los preparativos. Un claro ejemplo fue la realización de un banquete para 40.000 familias -autorizado por el ayuntamiento- cuando China aún no había reconocido la infección entre individuos[9]. No obstante, las demás suspensiones no ayudaron a detener la propagación. 
Google Maps: mercado de Huanan,
rodeado de estaciones de trenes y metro


El dato significativo y relativo al transporte en Wuhan –donde se descubrió el coronavirus- son sus nuevas líneas de subterráneos, construidas en solo 15 veranos para conectar los tres distritos mayoritarios de la zona[10]. Esta obra colosal se inauguró en 2019, facilitando el movimiento doméstico de sus 11 millones de habitantes, entre ellos, los portadores del COVID-19. El mercado de Huanan está rodeado de estaciones de metro y ferrocarriles, arterias de redistribución elementales para la dispersión.  

Definitivamente, la velocidad de esparcimiento del nuevo virus está directamente encadenada con las experiencias vivenciadas en el mundo de hoy: durante 2019 se registró la mayor cantidad de vuelos diarios en la historia de la aviación, sobrepasando los 230.000 recorridos en un día[11] y duplicando el tráfico aéreo de hace apenas cinco años. Justamente, la migración universal y el auge del turismo transnacional –sumados a las nacientes actividades económicas y comerciales del milenio- son el resultado de una implosión cultural de los viajes aéreos a gran escala.

El hacinamiento y el tránsito masivo posibilitaron que el virus se expanda por toda la región central y sureste de China. La siguiente fase de “exportación” de la gripe mortal obedece al contexto cosmopolita e híper-conectado que nos gobierna y que fuera presagiado -hace medio siglo- por el “padre” de la Ecología de los Medios, el profesor Marshall McLuhan. El canadiense vaticinó en su Aldea Global[12] cómo la humanidad retornaría a los comportamientos tribales gracias a la conectividad instantánea establecida con los aparatos electrónicos, rompiendo las barreras temporales y espaciales que nos fraccionaron durante siglos.

De esta manera, el coronavirus fue aferrándose a los canales de transmisión que la actual era eléctrico-digital globalizada le ha ido ofreciendo con las vertiginosas herramientas que creamos. En ese sentido, y ante el surgimiento de un virus desconocido, el ambiente propicio para la infección generalizada abarcó tres dimensiones: el sanitario, del que carezco de conocimientos y es tema de científicos e infectólogos, el espacio físico, mediante las vías de transporte urbanas e internacionales, y el área virtual, con los nuevos métodos de comunicación que enlazan a la mitad de la población mundial y acercan a los individuos a través de las redes telemáticas[13]. Así, la distancia que antes existía entre los últimos dos espacios ahora es casi inexistente: “la movilidad informacional virtual tiene impactos directos sobre la movilidad física y sobre el lugar y el espacio donde opera, y viceversa” (Lemos, 2010)[14].

Bajo el concepto de la Aldea Global de McLuhan, el coronavirus provocó varias crisis en diversos aspectos. El derrumbe de las bolsas financieras del planeta se gestó con un efecto dominó tan contagioso como el propio microorganismo. En ese ecosistema, el espacio físico desaparece por el “cambio [de] coordenadas temporales y espaciales: me vuelvo al mismo tiempo ubicuo e instantáneo” (Quevedo, 2007)[15], acercando todo tipo de relaciones que se constituyan en ese único mundo. Por lo tanto, esta pandemia es un acontecimiento de movilidad y de conectividad.

La lucha contra la epidemia nos afectará durante cierto período que aún no podemos determinar. El panoptismo[16] obligatorio implicará la adaptación hacia nuevas prácticas y que, en realidad, no parecen tan novedosas porque comenzaron a vislumbrarse hace algunos años: “la crisis del coronavirus no cambió tanto los hábitos sino que profundizó tendencias ya arraigadas en la sociedad china; por ejemplo la compra en línea de todo tipo de productos, el consumo de contenidos audiovisuales en red o la omnipresente utilización de las aplicaciones móviles en todos los órdenes” (Scolari, 2020)[17]. Prácticamente, todas las relaciones - sociales, comerciales, de entretenimiento, laborales e incluso educativas- están momentáneamente limitadas y, aunque no serán terminantes, irán reacomodándose a un nuevo entorno más sedentario.

En efecto, la comprensión de los medios nos permite –en este caso- advertir cómo un virus descubierto en cierto mercado local -o donde sea que se gestó- termina impactando en todos los continentes. El desconocimiento generalizado -en los ámbitos científicos, de la medicina y de la sanidad- y la ausencia de una vacuna para detener el brote forzaron a los inexpertos gobiernos a intentar frenarlo con inmovilidad -hasta ahora el único escudo defensivo-, ya sea prohibiendo la circulación o cerrando el transporte público. No obstante, hay que remarcar que las primeras falencias -sobre todo de las autoridades chinas- fueron el encubrimiento y la negación del tema. La desinformación no impidió la circulación de personas y tampoco la redistribución de la enfermedad. 

Otra tarea que afrontará la ciencia será identificar el nacimiento del COVID-19, una mutación supuestamente de origen animal, pero que indiscutiblemente está vinculada con el accionar depredador del hombre.  El problema no es la rata o el murciélago, sino la relación que entabla la humanidad con la naturaleza, su cultura alimenticia y las pésimas tradiciones ambientales.

Santiago Figueredo - Periodista y
Licenciado en Comunicación.


Referencias


[1] Virgili, A. (19/02/2020). “La peste negra, la epidemia más mortífera”. National Geographic https://bit.ly/2J1HF2I
[2] Badia, F. (07/03/2020). “Cómo las epidemias han cambiado la historia de la humanidad”. La Vanguardia https://bit.ly/2J0ccxB
[3] Autores varios (12/04/2010). “Las epidemias están íntimamente relacionadas con el desarrollo humano”. Organización Médica Colegial de España https://bit.ly/2UgKHoQ
[4] Rivera, S. (13/02/2020). “Origen del coronavirus, un mercado de venta de mapaches, zorros y murciélagos para comer”. Los Angeles Times https://lat.ms/3b8NabG
[5] Campbell, C. (22/01/2020). “Here’s What It’s Like in Wuhan, the Chinese City at the Center of the Deadly Coronavirus Outbreak”. Time https://bit.ly/33yXZkA
[6] Hiufu Wong, M. (22/01/2020). “Así es Wuhan, la ciudad que está en el centro del brote de coronavirus”. CNN https://cnn.it/396J0Qd
[7] Jacob, M. (13/05/2012). “Chicago is all over the place”. Chicago Tribune https://bit.ly/3a4ENhn
[8] Vuelos desde Wuhan. FlightConnections.com https://bit.ly/3dd2lT3
[9] Bright, A. (16/02/2020). “Barrio de Wuhan se infectó de coronavirus después de que sus familias asistieron a banquete masivo”. La Gran Época https://bit.ly/3bdU2Ey
[10] Martín, R. (01/09/2019). “Increíble, en solo 15 años Wuhan conectó por Metro a sus tres distritos municipales”. Básquet Plus https://bit.ly/2x7eQPF
[11] ABC Viajar (29/07/2019). “Récord en la historia de la aviación: 230.000 vuelos en el mundo en un día”. ABC https://bit.ly/33vsxUo
[12] La Nación Revista. (28/11/1999). “McLuhan, el papá de la Aldea Global”. La Nación https://bit.ly/3b8Vbxi
[13] Nuevas tecnologías y de las telecomunicaciones. Término de Javier Echeverría en: Echeverría, J. (2002), Democracia y sociedad de la información. Espacios del saber. Buenos Aires. Ed. Paidós.
[14] Lemos, A. (2010), Cultura de la Movilidad. Buenos Aires. Ed. Manantial SRL.
[15] Quevedo, L. (2007), Portabilidad y Cuerpo. Buenos Aires. FLACSO.
[16] Concepto de Michael Foucault relativo al control social y a la disciplina del encierro en: Foucault, M. (1975), Vigilar y Castigar, Buenos Aires. Siglo XXI Ed.
[17] Scolari, C. (17/03/2020). “Coronavirus: El 11S de la Generación Z”. Perfil https://bit.ly/3b8zqh9
Imagen de portada: https://www.freepik.es/

jueves, 13 de febrero de 2020

Understanding Media: comprendiendo el fenómeno del freestyle rap


El freestyle emergió como una expresión cultural juvenil; un ritual artístico de grupos de adolescentes hechizados por el rap y el hip hop latino. Rápidamente, y a través de las plataformas digitales -como YouTube y Spotify-, este fenómeno se volvió viral, hasta alcanzar su masificación. Así la cultura popular del “rap estilo libre” fue abducida por la sociedad de consumidores

Las “Batallas de Gallos” son una actividad artístico-musical basada en la improvisación y construida desde la rima, donde dos adversarios disputan sus virtudes orales. En el freestyle no hay letras compuestas o escritas con anterioridad porque todo se improvisa en el momento [1]. El ejercicio cognitivo de esta disciplina se podría vincular con el pasado, puntualmente, desde los orígenes de las grandes civilizaciones primitivas cuando la escritura aún no había sido descubierta. Ahora, ¿por qué surgió recientemente? La primera respuesta nos la entrega –nuevamente- Marshall McLuhan y está vinculada a las costumbres que adoptamos cuando nos relacionamos con las tecnologías que nos rodean.

El filósofo canadiense sostenía –hace décadas- que con la llegada de una nueva era de la información “estamos saliendo de la edad de lo visual y entrando en la edad de lo auditivo y lo táctil”. Auguraba una “segunda etapa de la oralidad”, producto de una “implosión eléctrica” que “devolverá al hombre visual a los patrones tribales y orales” del pasado [2]. Los instrumentos de la actual era eléctrica de McLuhan –sobre todo las tablets y los teléfonos celulares- son vehículos que transportan experiencias sensoriales que esperan ser “cazadas” por los consumidores de la red. Esas experiencias también contienen hábitos de competitividad y contenido ideológico.

Como hemos dicho en el artículo anterior, plataformas digitales como YouTube condujeron a la transformación de la cultura popular de las batallas de los gallos hacia la sociedad de consumo. En referencia a esto, Muphasa –el creador de El Quinto Escalón, la competencia que masificó al freestyle- sostiene que “la gente que habita en las plataformas tuvo casi todo que ver con el fenómeno. La movida de las redes fue la punta de lanza para que el crecimiento sea posible. Hoy en día, cualquier disciplina que se transforma en global o social siempre viene de la mano de un vehículo, de un mensaje determinado que es transportado masivamente. En nuestro caso, fue necesario mucho trabajo en YouTube y en Facebook, al comienzo, y después otro tanto con Twitter e Instagram”.

La reiteración de imágenes en la visualización de los videos genera que los espectadores adopten conductas inspiradas en lo que ven. Por ello, ya sea a modo de inspiración, de copia o de aprendizaje, o mediante estrategias publicitarias, la audiencia recurre a la experiencia de mirar los videos -en este caso utilizando la plataforma YouTube- para pertenecer a una subcultura identificadora.

En relación a ello, McLuhan consideraba que “cuando un medio se convierte en instrumento de experiencia en profundidad, dejan de regir las antiguas categorías de ‘clásico’ y ‘popular’ o ‘culto’ y ‘vulgar’”. Asimismo, y refiriéndose directamente al género musical, decía que con la experiencia en profundidad, “se pierden las inhibiciones respecto a lo ‘culto’” y “la gente se vuelve loca por la cultura popular” [3]. Durante su apogeo, el freestyle atravesó por este proceso una vez que se transformó definitivamente en un evento masivo.

En nuestra era, tanto en Internet como fuera de ella, la capacidad de creación se ve capturada sistemáticamente desde el mercado, convirtiéndose en el “combustible de lujo del capitalismo contemporáneo” [4]. Justamente, Gilles Deleuze describió un régimen de este ejemplo apoyado en las tecnologías electrónicas y digitales: “Una organización social basada en el capitalismo de la actualidad, donde rigen la sobreproducción y el exceso de consumo, el marketing y la publicidad, los servicios y los flujos financieros globales. Y también la creatividad estimulada, ‘democratizada’ y recompensada en términos monetarios” [5].

Por su parte, Michel Maffesoli ayuda a comprender el acontecimiento de las batallas de gallos bajo las formas contemporáneas de la vida social de estos tiempos, donde la cultura de masas se redefine como un nuevo tribalismo en la aldea global de la comunicación electrónica. Maffesoli  también distinguió una nueva oralidad en la vida diaria en medio de un caos de microgrupos que él denomina tribus. Esas tribus “están determinadas por formas de sentimiento que rechazan las lógicas de la identidad”, vinculando “a las personas y dejándolas ser” y permitiendo el “deseo de cambiar de compañeros y asociaciones” [6].

Apoyándonos en las creencias de McLuhan y Maffesoli, y para intentar descubrir los fundamentos fenomenológicos [7] del freestyle, hay que retroceder algunos siglos y situarnos en el tiempo de las culturas orales primarias, que carecían del conocimiento de la escritura. Aquellas culturas formalizaban el ejercicio del pensamiento en base a la memoria; es decir que el proceso cognitivo debía seguir las pautas mnemotécnicas formuladas para la inmediata repetición oral [8]. Si nos detenemos en la manera de expresión que aquí estudiamos, y retomando al concepto de McLuhan que sugería que atravesamos una segunda oralidad, podríamos esbozar que el freestyle recupera aquellos procedimientos mentales de las culturas orales; sobre todo porque –a diferencia de los géneros musicales tradicionales- no utiliza repertorios ni letras previamente escritas.

Si bien el freestyle-rap se crea espontáneamente, la rima es su principal virtud poética; un valor rescatado desde aquellas culturas orales primarias. Al respecto, Walter Ong afirmaba que aquel era un “pensamiento extenso en bases orales” y que “tiende a ser sumamente rítmico, pues el ritmo ayuda a la memoria”. Según sus estudios en Oralidad y Escritura: Tecnologías de la palabra, “el pensamiento debe originarse según pautas equilibradas e intensamente rítmicas, con repeticiones o antítesis, alteraciones y asonancias, expresiones calificativas y de tipo formulario (fórmulas), marcos temáticos comunes, proverbios que todo el mundo escuche constantemente, de manera que vengan a la mente con facilidad” [9]. Estas características de la oralidad y los ejercicios cognitivos descriptos son utilizados por los participantes en Las Batallas de Gallos.

En consecuencia, este nuevo período de implosión oral [10] ha permitido la expansión de nuevas culturas populares, como el freestyle. En relación a ello, Manuel Jofré –profesor de la Universidad de Chile- nos aporta que “Derrick de Kerkhove [11] señalaba que la nueva tecnología afecta el rango, el contenido y la distribución del conocimiento (…) e insiste en que la pantalla es una extensión cognitiva, un procesador de información”. Por lo tanto, “la extensión de los procesos cognitivos fuera de la mente humana afecta a todos los campos del saber humano. En la era digital, prevista por lo electrónico, la formación del conocimiento pasa por la hipertextualidad, los mensajes de texto, el comercio electrónico y la banda ancha” [12].

La tecnología fue una piedra fundacional parar la expansión del rap y del hip-hop originario, surgido en los barrios de Harlem y Bronx en la década del ’70. Al igual que el freestyle de hoy, aquellos estilos emergieron gracias a una ruptura mediática producto de un avance tecnológico, cuando “la música comenzó a ser trasladable con la invención de los minicomponentes”, describe el profesor Luis A. Quevedo. Así, el rap se transformó en un género callejero “que conquistó el espacio público (...), creando una comunidad de sentido y pertenencia entre los jóvenes” [13], finalizó el autor de Portabilidad y Cuerpo.

La irrupción del freestyle en estos últimos tiempos está más ligada al momento en que vivimos y en cómo nos desempeñamos con las tecnologías que nos rodean, tal como nos advirtió Marshall McLuhan hace más de 40 años: “estamos saliendo de la edad de lo visual y entrando en la edad de lo auditivo y lo táctil”. Auguraba una “segunda etapa de la oralidad”, producto de una “implosión eléctrica” que “devolverá al hombre visual a los patrones tribales y orales” del pasado [14]. Los instrumentos de la actual era eléctrica descrita por McLuhan en Understanding Media: The Extensions of Man [15] –sobre todo tablets y teléfonos celulares- son vehículos que transportan experiencias sensoriales que esperan ser “cazadas” por los consumidores de la red. Esas experiencias también contienen hábitos de competitividad y contenido ideológico. 

En tanto, André Lemos amplía la idea que se revela con la utilización de los elementos tecnológicos de hoy: “la comunicación implica movimiento de información y movimiento social; salida de sí mismo en el diálogo con el otro y flujo de mensajes cargados por diversos soportes” [16]. El autor asegura también que “con la actual fase de las computadoras ubicuas, portátiles y móviles estamos en una movilidad ‘ampliada’ que potencia las dimensiones física e informacional” [17].  A raíz de estos pensamientos, la empresa Proyección Consultores realizó una encuesta que refleja que -en Argentina- las principales fuentes de información son los medios digitales, alcanzando el 50% de los medios de comunicación de masas, sumando diarios digitales, portales y redes sociales. En tanto, la televisión registra el 30% de las fuentes primarias. 

Precisamente, podemos afirmar que los jóvenes de hoy -mediante sus prácticas cotidianas y el uso que le dan a la tecnología- son quienes permiten la penetración de este tipo de cultura popular en el mercado, ya que, como dice Paula Sibilia en El show del yo: “Estamos ante una verdadera ‘explosión de productividad e innovación’ (...), aunque por otro lado, tanto en internet como fuera de ella, la capacidad de creación se ve capturada sistemáticamente por el mercado que atiza las fuerzas vitales y las transforma en mercancía” [18]

El desarrollo del freestyle procedió bajo una táctica de expansión muy particular de estos tiempos, introduciéndose en los celulares, computadoras y tablets de las juventudes, mediante las principales redes y plataformas del ciberespacio. Lo que comenzó como una expresión subcultural culminó masificándose gracias a la tecnología, sin distinción de clases. Como sostiene Luis Alberto Quevedo- los dispositivos “tienen una enorme capacidad de producir transversalidad en todos los segmentos socioculturales, etarios y de ingresos. Atraviesan cualquier pirámide social de distribución que seamos capaces de armar” [19]. En la misma sintonía, Bauman asegura que “el consumo como vocación es un derecho humano universal que no admite excepciones. En este sentido, la sociedad de consumidores no reconoce diferencias de edad o género ni reconoce distinciones de clase” [20].

Las novedosas Batallas de Gallos evolucionaron rápidamente y en poco tiempo pasaron de las plazas de los barrios a los grandes estadios. Ya no son las mismas expresiones que en sus comienzos. Y tampoco circulan por los canales tradicionales de información porque ahora “son promocionadas únicamente en los medios digitales y prácticamente no utilizan publicidad regular” [21]. Así se explica el auge de un fenómeno promovido desde las herramientas de la web 2.0 y que es captado –preferentemente- por adolescentes y pre-adolescentes consumistas, creativos, competitivos y sumamente encriptados en la segunda oralidad que anticipó McLuhan. SF


Citas y Fuentes:


[1] Freestyle: Historia y Origen de las Batallas (2016, 16 de julio). Batallas Freestyle. http://cort.as/-ThI5
[2] Marshall McLuhan. “Comprender los Medios de Comunicación”. (1996. Paidós). Páginas 10, 71, 291.
[3] Marshall McLuhan. “Comprender los Medios de Comunicación”. (1996. Paidós). Páginas 10, 71, 291.
[4] Sibilia, P. (2008). La intimidad como espectáculo. (pp. 13). Buenos Aires: Fondo de cultura económica.
[5] Sibilia, P. (2008). La intimidad como espectáculo. (pp. 21-22). Buenos Aires: Fondo de cultura económica
[6] Michel Maffesoli. “El tiempo de las Tribus”. (1988. Icaria Editorial). Páginas 29, 48-49 y 62.
[7] La fenomenología es una corriente idealista subjetiva dentro de la filosofía que se propone el estudio y la descripción de los fenómenos de la conciencia. https://n9.cl/kwlo
[8] Walter Ong. “Psicodonámicas de la Oralidad”. Oralidad y Escritura (1987. Fondo de Cultura Económica). Página 41.
[9] Walter Ong. “Psicodonámicas de la Oralidad”. Oralidad y Escritura (1987. Fondo de Cultura Económica). Página 41.
[10] Término de McLuhan.
[11] Derrick de Kerckhove es un sociólogo belga nacionalizado canadiense y Director del Programa McLuhan en Cultura y Tecnología.
[12] Manuel Jofré (2007). “McLuhan y la modulación del futuro”. Cyber Humanitatis. https://n9.cl/rb4d
[13] Quevedo, L. A. (2007). Portabilidad y Cuerpo. En Seminario sobre Desarrollo Económico, Desarrollo Social y Comunicaciones Móviles en América Latina, (pp. 5). Buenos Aires: FLACSO.
[14] McLuhan, M. (1996). Comprender los Medios de Comunicación. (pp. 10-71-291). Barcelona: Paidós.
[15] McLuhan, M. (1996). Comprender los Medios de Comunicación. (pp. 10-71-291). Barcelona: Paidós.
[16] Lemos, A. (2010). Cultura de la movilidad. En Beiguelman, G. y La Ferla, J. (eds.), Nomadismos Tecnológicos. Dispositivos móviles. Usos masivos y prácticas artísticas, (pp. 1-2). Buenos Aires: Ariel.
[17] Lemos, A. (2010). Cultura de la movilidad. En Beiguelman, G. y La Ferla, J. (eds.), Nomadismos Tecnológicos. Dispositivos móviles. Usos masivos y prácticas artísticas, (pp. 2). Buenos Aires: Ariel.
[18] Sibilia, P. (2008). La intimidad como espectáculo. (pp. 13). Buenos Aires: Fondo de cultura económica.
[19] Quevedo, L.A. (2007) Portabilidad y Cuerpo. En Seminario sobre Desarrollo Económico, Desarrollo Social y Comunicaciones Móviles en América Latina, (pp. 12). Buenos Aires: FLACSO.
[20] Bauman, Z. (2007). Vida de consumo. (pp. 81 ). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
[21] Hernán Russo (2019, 27 de julio). “Mundo freestyle, una pasión entre los más jóvenes: del under a ser reyes del streaming”. Clarín. https://n9.cl/t33v5